Todo pasó como la breve sombra
de un ave que atraviesa el firmamento.
Pasó la eternidad en un momento,
y el recuerdo traidor ya no te nombra.
Tan sólo el corazón gime y se asombra
ante la realidad de su tormento:
¡noche oscura, relámpagos y viento,
y un manto de hojas que el sendero alfombra!
Pero hasta ayer, no más, fuiste la vida,
luz del pasado, apoyo del futuro,
timón del alma y venda de la herida.
Hoy pienso en ti, mi bello amor lejano,
cual se recuerda, sobre el lecho duro,
el sueño de una noche de verano.
Rafael Maya
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